sábado, 5 de septiembre de 2015

Sesión 1: Culpable de ser feliz

Es una hora temprana de un día cualquiera, un día soleado, brillante. Por la ventana de la habitación entran unos rayos de sol, descarados, que se posan sobre el diván haciendo relucir sus apagados colores. El amarillo se vuelve intenso, un verde lima aparece en los patrones de su tela, y la madera de sus patas parece recobrar el brillo de un barniz que parecía desgastado...
Mientras tanto, el Ayudante prepara café, una cafetera antigua, de hierro, que era de su madre. Saca las gafas y su bloc del primer cajón del escritorio y se levanta a retirar la cafetera del fuego.

En ese momento, entra el paciente...
Sin parar de reír, saluda:

- Buenos días! JAJAJAJAAJ

- Buenos días caballero, ¿qué tal se encuentra?

- JAJAJAJA, ¿que cómo me encuentro?¿no lo ve? No puedo parar de reír!! Esto es horrible! No puedo tomarme nada en serio, en casa todos están enfadados conmigo, pues nuestro perro ha enfermado, un abuelo sufrió hace un mes un infarto y la semana pasada me quedé sin trabajo!! JAJAJAJAAJ, ES HORRIBLE! JAJAJAJ. No sé cómo pararlo, por favor, necesito una solución JAJAJAJA.

- De acuerdo, no se preocupe. Empecemos... Es muy sencillo, le haré unas preguntas y quiero que las conteste sinceramente, ¿lo ha entendido?

1ª Pregunta: ¿De qué se ríe exactamente?

2ª Pregunta: ¿Las personas de su entorno conocen su problema?

3ª Pregunta: ¿Cómo se siente Usted cuando le cuentan algo y no reacciona como esperan?

4ª Pregunta: ¿Cree Ud. que lo que le ocurre es realmente un problema?

5ª Pregunta: ¿Está dispuesto a dejar de reír y reaccionar como se espera en estas situaciones?

Después de un largo rato, el paciente, intentando contener la risa, empieza a contestar cada una de las preguntas. Con cada respuesta, aparece una mancha en el diván. A medida que habla, el paciente va dejando de reír, comienza a ponerse serio, los hombros abatidos, la mirada gacha. Ya no es ese hombre que entró por la puerta agarrándose el estómago de tanto reír, con la cabeza echada hacia atrás en cada carcajada... Parecía un hombre realmente hundido, y el diván lo sabía. Comenzaron a salir más manchas en la tela, con colores que parecían no existir, vivos, alegres, rojos, naranjas, verdes y amarillos, azules como el cielo y blancos brillantes; todos mezclados formaban un espectáculo de luces y colores y llenaba la habitación de algo indescriptible. El Ayudante se removió en su silla y observó el diván, entornó los ojos y sonrió...
Cuando el paciente terminó de hablar, miró asombrado el diván, vio todos los colores y formas, un cuadro de tal belleza que se quedó embelesado, miró al Ayudante, y le preguntó:

-¿Por qué?

El Ayudante le respondió:

- Porque aunque en el entorno las cosas se hayan complicado, lo que hay dentro de ti es más poderoso, es alegría, belleza, cariño, responsabilidad y compasión. Te sientes culpable de ser feliz, y el diván te ha enseñado que aunque todo lo de fuera está mal, eres capaz de crear cosas tan bellas como el lienzo de su tela. No es malo reírse de los problemas, no te sientas culpable de ser feliz, pero eso sí, déjalo salir para que otros sientan la alegría, para que tú rías, y todos los que estén a tu lado rían contigo. Hemos terminado, creo que por hoy es suficiente, ¿le apetece un café antes de marcharse?"

- JAJAJAJAJ, lo acepto encantado, gracias! JAJAJAJAJ

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