Llegó tarde a su cita, el Ayudante parecía inquieto y molesto porque su café se enfriaba sobre la mesa, y odiaba las cosas frías...
En ese momento entró por la puerta, como un torbellino, un niño que no parecía que tuviese más de diez años de edad, rebosante de energía y entusiasmo, iba de un lado de la habitación a otro corriendo, saltando por encima del diván, de los muebles, parándose un momento a contemplar una figurita que había en una mesita, luego cogió un coche de juguete de debajo de un mueble (a saber desde cuándo llevaba ahí) y se tiró a todo lo largo en el suelo de la sala, rodando el coche de un lado a otro mientras imitaba el sonido del motor "BRRMMM BRRRRMMM".
El Ayudante lo observaba divertido bebiendo pequeños sorbos de su taza, con la tranquilidad de quien conoce bien el temperamento de un niño, casi como un padre cuando mira a su hijo con gesto de complicidad, sonriendo de vez en cuando por la cantidad de gestos y juegos que se inventaba el niño a cada minuto... Dejó la taza sobre el escritorio, se levantó de su silla y se acercó a él.
Solamente hizo una pregunta: "¿A qué estás jugando?"
Aquella pregunta pilló por sorpresa al niño, que en el momento de percatarse que estaba siendo observado, corrió a un rincón de la sala y escondió la cabeza entre las rodillas. De vez en cuando alzaba la vista tímidamente para mirar al Ayudante.
Viendo que no contestaba, el Ayudante simplemente se dio la vuelta, se sentó en la silla de su escritorio, y se dispuso a poner en orden sus tareas como si no hubiese otra cosa más importante que hacer, como si el niño no estuviera...
Pasemos al diván
Ponte cómodo...
viernes, 18 de septiembre de 2015
sábado, 5 de septiembre de 2015
Sesión 1: Culpable de ser feliz
Es una hora temprana de un día cualquiera, un día soleado, brillante. Por la ventana de la habitación entran unos rayos de sol, descarados, que se posan sobre el diván haciendo relucir sus apagados colores. El amarillo se vuelve intenso, un verde lima aparece en los patrones de su tela, y la madera de sus patas parece recobrar el brillo de un barniz que parecía desgastado...
Mientras tanto, el Ayudante prepara café, una cafetera antigua, de hierro, que era de su madre. Saca las gafas y su bloc del primer cajón del escritorio y se levanta a retirar la cafetera del fuego.
En ese momento, entra el paciente...
Sin parar de reír, saluda:
- Buenos días! JAJAJAJAAJ
- Buenos días caballero, ¿qué tal se encuentra?
- JAJAJAJA, ¿que cómo me encuentro?¿no lo ve? No puedo parar de reír!! Esto es horrible! No puedo tomarme nada en serio, en casa todos están enfadados conmigo, pues nuestro perro ha enfermado, un abuelo sufrió hace un mes un infarto y la semana pasada me quedé sin trabajo!! JAJAJAJAAJ, ES HORRIBLE! JAJAJAJ. No sé cómo pararlo, por favor, necesito una solución JAJAJAJA.
- De acuerdo, no se preocupe. Empecemos... Es muy sencillo, le haré unas preguntas y quiero que las conteste sinceramente, ¿lo ha entendido?
1ª Pregunta: ¿De qué se ríe exactamente?
2ª Pregunta: ¿Las personas de su entorno conocen su problema?
3ª Pregunta: ¿Cómo se siente Usted cuando le cuentan algo y no reacciona como esperan?
4ª Pregunta: ¿Cree Ud. que lo que le ocurre es realmente un problema?
5ª Pregunta: ¿Está dispuesto a dejar de reír y reaccionar como se espera en estas situaciones?
Después de un largo rato, el paciente, intentando contener la risa, empieza a contestar cada una de las preguntas. Con cada respuesta, aparece una mancha en el diván. A medida que habla, el paciente va dejando de reír, comienza a ponerse serio, los hombros abatidos, la mirada gacha. Ya no es ese hombre que entró por la puerta agarrándose el estómago de tanto reír, con la cabeza echada hacia atrás en cada carcajada... Parecía un hombre realmente hundido, y el diván lo sabía. Comenzaron a salir más manchas en la tela, con colores que parecían no existir, vivos, alegres, rojos, naranjas, verdes y amarillos, azules como el cielo y blancos brillantes; todos mezclados formaban un espectáculo de luces y colores y llenaba la habitación de algo indescriptible. El Ayudante se removió en su silla y observó el diván, entornó los ojos y sonrió...
Cuando el paciente terminó de hablar, miró asombrado el diván, vio todos los colores y formas, un cuadro de tal belleza que se quedó embelesado, miró al Ayudante, y le preguntó:
-¿Por qué?
El Ayudante le respondió:
- Porque aunque en el entorno las cosas se hayan complicado, lo que hay dentro de ti es más poderoso, es alegría, belleza, cariño, responsabilidad y compasión. Te sientes culpable de ser feliz, y el diván te ha enseñado que aunque todo lo de fuera está mal, eres capaz de crear cosas tan bellas como el lienzo de su tela. No es malo reírse de los problemas, no te sientas culpable de ser feliz, pero eso sí, déjalo salir para que otros sientan la alegría, para que tú rías, y todos los que estén a tu lado rían contigo. Hemos terminado, creo que por hoy es suficiente, ¿le apetece un café antes de marcharse?"
- JAJAJAJAJ, lo acepto encantado, gracias! JAJAJAJAJ
Mientras tanto, el Ayudante prepara café, una cafetera antigua, de hierro, que era de su madre. Saca las gafas y su bloc del primer cajón del escritorio y se levanta a retirar la cafetera del fuego.
En ese momento, entra el paciente...
Sin parar de reír, saluda:
- Buenos días! JAJAJAJAAJ
- Buenos días caballero, ¿qué tal se encuentra?
- JAJAJAJA, ¿que cómo me encuentro?¿no lo ve? No puedo parar de reír!! Esto es horrible! No puedo tomarme nada en serio, en casa todos están enfadados conmigo, pues nuestro perro ha enfermado, un abuelo sufrió hace un mes un infarto y la semana pasada me quedé sin trabajo!! JAJAJAJAAJ, ES HORRIBLE! JAJAJAJ. No sé cómo pararlo, por favor, necesito una solución JAJAJAJA.
- De acuerdo, no se preocupe. Empecemos... Es muy sencillo, le haré unas preguntas y quiero que las conteste sinceramente, ¿lo ha entendido?
1ª Pregunta: ¿De qué se ríe exactamente?
2ª Pregunta: ¿Las personas de su entorno conocen su problema?
3ª Pregunta: ¿Cómo se siente Usted cuando le cuentan algo y no reacciona como esperan?
4ª Pregunta: ¿Cree Ud. que lo que le ocurre es realmente un problema?
5ª Pregunta: ¿Está dispuesto a dejar de reír y reaccionar como se espera en estas situaciones?
Después de un largo rato, el paciente, intentando contener la risa, empieza a contestar cada una de las preguntas. Con cada respuesta, aparece una mancha en el diván. A medida que habla, el paciente va dejando de reír, comienza a ponerse serio, los hombros abatidos, la mirada gacha. Ya no es ese hombre que entró por la puerta agarrándose el estómago de tanto reír, con la cabeza echada hacia atrás en cada carcajada... Parecía un hombre realmente hundido, y el diván lo sabía. Comenzaron a salir más manchas en la tela, con colores que parecían no existir, vivos, alegres, rojos, naranjas, verdes y amarillos, azules como el cielo y blancos brillantes; todos mezclados formaban un espectáculo de luces y colores y llenaba la habitación de algo indescriptible. El Ayudante se removió en su silla y observó el diván, entornó los ojos y sonrió...
Cuando el paciente terminó de hablar, miró asombrado el diván, vio todos los colores y formas, un cuadro de tal belleza que se quedó embelesado, miró al Ayudante, y le preguntó:
-¿Por qué?
El Ayudante le respondió:
- Porque aunque en el entorno las cosas se hayan complicado, lo que hay dentro de ti es más poderoso, es alegría, belleza, cariño, responsabilidad y compasión. Te sientes culpable de ser feliz, y el diván te ha enseñado que aunque todo lo de fuera está mal, eres capaz de crear cosas tan bellas como el lienzo de su tela. No es malo reírse de los problemas, no te sientas culpable de ser feliz, pero eso sí, déjalo salir para que otros sientan la alegría, para que tú rías, y todos los que estén a tu lado rían contigo. Hemos terminado, creo que por hoy es suficiente, ¿le apetece un café antes de marcharse?"
- JAJAJAJAJ, lo acepto encantado, gracias! JAJAJAJAJ
viernes, 4 de septiembre de 2015
Pasemos al diván
“Pasemos al diván” es la frase típica que señala nuestro
encuentro con un psicólogo… el momento en el que sabes que empezará a hablarte,
y en tu mente surgirá la imagen de un mecánico desatornillando piezas, para ver
dónde está el verdadero problema del vehículo. Buena metáfora, pero no
quiero que esto parezca una consulta, pues en este diván no solamente se
resuelven los problemas, es un diván para divertirse, para abrir corazón y
mente a lo que quiera salir de nosotros mismos.
En este diván los problemas no son problemas, se convierten
en cuentos o historias que una vez se expresan, no vuelven. El diván es un fiel
amigo que acompaña en risas y en lágrimas, en soledad y en compañía, siempre
dispuesto a aceptar aquello que se le da, siempre hambriento de conocer
historias, personas, momentos, recuerdos y sueños….
Es un lugar en cualquier parte, de hecho, yo lo imagino como
una habitación muy iluminada, con muebles sencillos de madera, en cuyo centro
se encuentra el diván, y a través de la ventana se puede ver el paisaje, unas
veces una montaña con un lago, otras una playa, otras el desierto… Pero el
diván permanece siempre ahí, atento, dispuesto a acoger cualquier duda, miedo o
risa, a que juegues con sus cojines, aunque le saques las plumas (no es que le
agrade mucho, pero lo tolera y lo perdona). Es un diván cambiante, unas veces
tiene un color, o una forma determinada, depende de la persona que se siente,
de su estado de ánimo, pero sobre todo depende de su historia.
Yo ya he visto varios colores y varias formas, todas ellas
bonitas, incluso cuando lo he visto negro. Aunque no haya luz, siempre lo ves,
lo sientes, y te tranquiliza.
Si quieres conocerle, te invito a contarle una historia.
Pasemos al diván…
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